Un par de medallas más y pagamos la deuda externa
Quiten del living de todas las casas esos cuadros desde donde algunos antepasados vigilan severos el ámbito doméstico, reemplácenlos por esa foto tan hermosa, la del podio, la de la coronación dorada que muestra a los futbolistas argentinos en lo más alto, y a la selección vecina en el último escalón, sin sus tan características sonrisas. El combinado nacional logró repetir el oro olímpico en la disciplina, tras vencer a Nigeria por 1 a 0. Sí, el fútbol da revanchas señor Sensini, puede respirar tranquilo que ya pocos se acordarán, a partir de hoy, de aquél infausto off-side que lo dejó enganchado en Atlanta ’96.
Partido duro, trabado, sufrido (típicos eufemismos futbolísticos a la hora de señalar un cotejo que, exceptuando el puro sentimiento que lo revestía, fue un bodrio). Los chinos han demostrado dominar casi todo el espectro de actividades físicas (al margen del enorme potencial que perfila a este país superpoblado como la próxima gran fuerza mundial), pero la lógica del balonpié sigue siendo ajena a sus proezas: ello se pone en evidencia con los masivos “ohhhh” que -como puntos suspensivos- bajan desde las tribunas para acompañar a los jugadores cuando aún no han logrado pisar el terreno rival, pero más aún cuando se les ocurre programar un enfrentamiento en pleno verano y a mediodía.
Messi, como tan gratamente nos tiene acostumbrados, ese que guarda en la zurda una magia que no gustamos comparar con ninguna otra, fue la llave para abrir el marcador a través de una asistencia perfecta, sellada con broche de oro (en todo sentido) por la “vaselina” de la revelación del torneo: Ángel Di María.
A continuación, las anécdotas que, a pesar de formar parte esencial del contexto de la gran final, pasaron desapercibidas en las crónicas deportivas de los grandes medios, y que llegaron a nosotros por obra y gracia del hipersensible oído de Luis A. C. Ventura.
Un cuento chino:
Llamó la atención de todos aquellos espectadores que accedieron al partido a través de la televisión pública, el hecho de que las imágenes de los hinchas en las tribunas -aquellas que son intercaladas en pausas del juego- fueran repetidas una y otra vez. Es decir, se pudo atestiguar el iterativo bostezo de un chino, el eterno mensaje de texto de otro, el retorno cíclico de saludos siempre iguales, etc. Todo ello, sumado a la particularidad en el festejo de Di María (que elevó sus brazos cuando la pelota aún estaba lejos de traspasar la meta rival), llevaron a hacer circular con fuerzas el rumor de que el espectáculo podría haber sido en verdad una farsa, algo grabado y editado con anterioridad (al estilo de lo que sucede con ShowMatch, ya que todo el mundo sabía del desvanecimiento de Karina Jelinek días antes de que efectivamente sucediera). En la explicación brindada al respecto, se aseguró que se grabaron dichas imágenes para luego repetirlas con los anuncios publicitarios que las acompañaban debajo (detalle que el rumor olvidó mencionar) sin necesidad de, en pocas palabras, tener que hacer tanto quilombo. Lo de Di María, sin embargo, sigue siendo un misterio.
Los ceros que van y vienen:
Trascendió que, durante el encuentro final, el representante y los padres de Ángel Di María (no tenemos a disposición sus nombres, pero por cómo han llamado al hijo, podemos designarlos José Noé “Libros sapienciales” y María “Cantar de los cantares” del Rosario) se encontraban reunidos con un empresario cercano a la cúpula al mando del Chelsea inglés, con el fin de acordar el traspaso del jugador del Benfica de Portugal por una cifra cercana a los 20 millones de euros. El diálogo, de acuerdo al desempeño del jugador durante el partido, habría sido más o menos el siguiente:
(Primer tiempo, Di María tocaba poco la pelota y no lograba grandes apariciones por el carril izquierdo):
Empresario: No sé… yo diría sacarle un cero, dejarlo en 2 millones nomás.
Representante: Pero no sean lauchas, que total el ruso que los maneja está cagado en guita.
José y María: Amén.
(Segundo tiempo, golazo del volante, definición exquisita con tres dedos y sombrerito incluido tras una larga corrida):
R: ¿Qué me decís ahora? No te lo vendo ni mierda, ponele un par de ceros y por ahí en 200 lo pienso un poco.
J y M: Alabado sea el Señor.
E: Oportunistas del orto, ¡que el diablo cargue con ustedes!
El secreto africano:
Las selecciones de fútbol del continente africano suelen tener siempre buenos resultados en competiciones juveniles, algo que no logran consolidar en las mayores. Para ello, se emplearían dos tácticas diferentes, pero ambas concernientes a lo que se considera juego “sucio” o en negro. La primera es conocida: al nacer, a los niños tardarían en inscribirlos, por los que sus edades documentadas serían incorrectas. Sin ir más lejos, Ventura aseguró que dos de los jugadores nigerianos contarían en realidad con más de 40 años, nietos varios, antecedentes penales y algo de artritis. En segundo término, y con el fin de engrosar sus planteles, los países africanos recurrirían a pactadas guerras civiles con naciones contiguas, para así poder anexar territorios y nacionalizar temporalmente a buenos futbolistas nacidos allí. Como ejemplo de esta otra maniobra antideportiva, Ventura logró averiguar que el arquero nigeriano -con claro look de rapero del Bronx- fue apresado en un rápido y osado corrimiento de vallas de la embajada de su país, ubicada en los suburbios estadounidenses (secuestro que habría contado con la complicidad del Ku Klux Clan).
Que caripela pibe y que golazo clavaste
-En serio, ¿no querés probar el pito? Dale una sopladita.
-Andá para allá que te voy a meter un roscazo como el que le dí al de Banfield que me metió el dedo en el culo.
Run, Lio, run